La Vía Románica, ruta transfronteriza del románico pirenaico, transcurre transversalmente desde Perpiñán, comarca del Rosellón en la Catalunya Norte, hasta Bassella, en el límite meridional del Alt Urgell. Esta ruta cruza las comarcas del Rosellón, el Conflent, Cerdanya y el Alt Urgell; es decir, desde el Mediterráneo hasta el inicio de las tierras altas de poniente. El recorrido sigue primero por el valle del río Tet y después enlaza con el valle del Segre, en forma de pasillo natural con el único obstáculo orográfico del Coll de la Perxa.
La zona pirenaica que comprende la Vía Románica constituye un territorio con características físicas muy parecidas y posee unas raíces culturales comunes que se remontan a principios de la edad media. La actual línea fronteriza que se extiende a lo largo de los Pirineos poco tiene que ver con las divisiones políticas de esa época. Las comunidades de ambas vertientes de la cordillera mantienen unos lazos sólidos, tanto de linajes, feudales y de administración religiosa como de relaciones humanas y comerciales. Hablamos, por tanto, de una misma cultura, cuyos vestigios han llegado hasta nuestros días expresando en cientos de monumentos románicos. Se trata, por tanto, de un conjunto monumental bastante homogéneo y a la vez rico en matices, singulares y atractivos, que abarca una zona pirenaica perfectamente definida.
La arquitectura religiosa de la alta edad media de Cerdanya carece de grandes obras y presenta un conjunto bastante unitario de edificios de dimensiones reducidas donde sobresalen algunos ejemplos como la antigua canónica de Santa Maria de Talló o la iglesia parroquial de Sant Pere d’Alp. La renovación arquitectónica del siglo XI implanta en la Cerdanya las formas lombardas de carácter muy simple, lo que provocó numerosas construcciones carentes de decoración. Sin embargo, ciertos elementos decorativos puramente lombardos, son bastante corrientes en la comarca.
Esta tendencia perdurará hasta finales del s. XII, que se caracteriza por una continuidad y por la reforma de algunos edificios. Se sustituirán las anteriores cubiertas de envigado de madera por bóvedas de cañón hechas de obra y se reforzarán los paramentos con arcos formeros. Igualmente, se produce un perfeccionamiento y refinamiento en el trabajo de la piedra, así como un cambio de los motivos ornamentales con presencia de escultura en portaladas y ventanas.
Las representaciones religiosas son básicamente en talla de madera y se centran en Cristo en Majestad y la Virgen María. El culto al crucificado se extiende entre los siglos XI y XII, pero no perdurará, lo que ha motivado que pocos hayan llegado hasta la fecha; no así el culto a María, cuya devoción se ha extendido en todas las iglesias de la comarca hasta nuestros días, por lo que muchas imágenes han podido conservarse. El tipo iconográfico de éstos es bastante unitario, desde el siglo XII hasta el siglo XV. Se conservan pocos vestigios de pintura mural, que, salvo alguna muestra en la Cerdanya de administración francesa, se encuentran en diferentes museos.
Puedes conocer todas las iglesias románicas de la comarca siguiendo cada uno de los itinerarios que te proponemos en el folleto de la Vía Románica.
Además, en la oficina de turismo de la Cerdanya, tenemos a la venta una publicación donde se explica detalladamente cada iglesia de la Vía Románica de Cerdanya.