La dama del castillo de Nyer y la de la torre de Aránser eran hermanas y se quedaron ambas embarazadas.
Otras dos hermanas muy pobres, también encintas, que vivían de limosnas, un día crudo del invierno llamaron ambas a las puertas de los dos castillos. Las dos señoras, antes de cerrarles la puerta en las narices, les dijeron que si no tenían dinero no deberían traer hijos al mundo. Se fueron las dos llorando, pero no sin antes maldecirlas: a la de Aránser le auguraron que tendría siete cachorros; en la de Nyer, siete cerditos. Llegó el momento y nacieron en Aránser siete hijos mitad perros mitad personas, y en Nyer, siete niños mitad cerditos.
Los catorce primos se menospreciaron desde el principio y a medida que crecían también iba aumentando el odio que se procesaban, hasta formar dos bandos enemigos, Nyerros y Cadells, que durante siglos trastornaron la nobleza catalana, dividida en dos bandos.